Imágenes de la creatividad. Hacia un nuevo vocabulario visual desde una perspectiva sistémica, social y cultural

Images of creativity. Towards a new visual vocabulary from a systemic, social and cultural perspective

Julio Romero Rodríguez

Universidad Complutense de Madrid)
jromeror@ucm.es
https://orcid.org/0000-0001-7790-5797

Resumen

Los enfoques en el estudio y aplicación de la creatividad han evolucionado intensamente desde los inicios de la investigación científica en este campo, diversificándose y pasando de perspectivas iniciales focalizadas en el individuo creador a otras de carácter más sistémico, social o cultural. Sin embargo, las imágenes con las que se suele asociar la creatividad en la cultura visual actual no parecen corresponderse con esa evolución. Sobre esa base inicial, se ha realizado un estudio exploratorio acerca de las imágenes más frecuentemente utilizadas para abordar la creatividad en la cultura visual actual, revisándolas críticamente desde una posición sistémica, social y cultural, con la intención de detectar estereotipos y mensajes que no ayudan al acercamiento y la comprensión de la creatividad desde concepciones más ampliadas, inclusivas y extendidas, y se presentan y discuten algunos de los resultados.

Palabras clave

Creatividad socio cultural; Imágenes; Estereotipos; Mitos; Creatividad; Cultura visual.

Abstract

Approaches in the study and application of creativity have evolved intensely since the beginning of scientific research in this field, diversifying and moving from initial perspectives focused on the creative individual to others of a more systemic, social or cultural nature. However, the images of creativity usually associated with current visual culture do not correspond to this evolution. On this initial basis, an exploratory study has been carried out on the images most used to address creativity in current visual culture, reviewing them critically from a systemic, social and cultural position, to detect stereotypes and messages that do not help to address and understand creativity from broader, inclusive and extended conceptions, and some of the results are presented and discussed.

Keywords

Socio-Cultural Creativity; Images; Stereotypes; Myths; Creativity; Visual Culture.

1. Introducción, planteamiento y objetivo

El estudio sobre la creatividad, desde sus orígenes modernos en mitad del pasado siglo, ha estado muy interesado en el individuo creador, sus procesos cognitivos y su resultado. Enlaza con una antigua tradición cultural sobre la excepcionalidad del creador, sus dotes especiales, su labor aislada y el valor de su obra, el “modelo cultural occidental de creatividad” (Sawyer, 2015, p. xiii); además se desarrolla en un contexto social y cultural que ensalza el individualismo, la competitividad, el éxito, la producción y consumo acelerados. En las últimas décadas, otras aproximaciones más orientadas a lo sistémico, lo social o lo cultural, vienen a complejizar y expandir el conocimiento de la creatividad, su investigación y su aplicación.

Pero en ese recorrido, parece que la mirada mitificadora, individualista y productiva sobre la creatividad permanece naturalizada en la cultura que vivimos, y parece revelarse en cómo se suele contar visualmente lo creativo en muchos ámbitos. La cultura visual es una de las esferas en las que tal mirada se manifiesta con más presencia y aparente naturalidad.

El objetivo de este trabajo es explorar y analizar algunas manifestaciones significativas de esa cultura visual sobre la creatividad, desde una perspectiva reflexiva y crítica apoyada en planteamientos sistémicos, sociales y culturales.

2. Fundamentación teórica

1.1. Evolución en los enfoques sobre creatividad

La evolución del campo de estudio sobre la creatividad ha sido notable en los últimos 70 años. Se han desarrollado diversidad de posiciones epistemológicas, destacando la individualista estándar, la sistémica, la psicosocial constructivista o la social cultural (Neves-Pereira, M. 2018).

La definición “estándar” de creatividad, según calificación de Runco y Jaeger (2012), contempla dos criterios fundamentales, originalidad y efectividad, establecidos por Stein en 1953: la creatividad es un proceso que da como resultado un producto nuevo, aceptado como útil o satisfactorio por un número significativo de personas en algún momento del tiempo (Stein, 1953, p. 311). Tal conceptualización operativa ha tenido otras formas de expresión: novedad intencional, novedad valiosa, originalidad útil, sorpresa eficiente…

Esa simple combinación de dos criterios relativamente observables y mensurables facilitaba la investigación y abriría la puerta a desarrollos psicométricos para identificar personas creativas, y a investigación sobre las características de esa personalidad, y del proceso, producto y contexto creativos, contribuyendo a la construcción de un saber elaborado y fundamentado.

Ampliando el foco, surgen en los años 80 y 90 planteamientos de orientación más sistémica. Por ejemplo, el abordaje de Csikszentmihalyi, para quien la creatividad “no se produce dentro de la cabeza, sino en la interacción entre los pensamientos de una persona y un contexto sociocultural, en un fenómeno sistémico más que individual” (Csikszentmihalyi, 1998, p.42). O el modelo componencial de Amabile, para quien la creatividad es un fenómeno psicosocial donde intervienen habilidades del dominio, habilidades creativas y la motivación intrínseca del individuo, con el entorno social afectando a esos componentes individuales (Amabile, 1993).

Aunque en este tipo de aproximaciones lo creativo sigue siendo un fenómeno esencialmente individual, condicionado por factores sociales o culturales (Glăveanu 2010, p. 82), el “giro sociocultural” (Sawyer 2015, p. xii) fue incorporando perspectivas más interactivas y contextualistas, desplazando el peso de lo individual innato a lo contextual, y asumiendo el carácter complejo del fenómeno creativo (Glăveanu, 2010, p. 84).

Los enfoques decididamente socio culturales sobre la creatividad (Glăveanu 2010, 2014, 2015) representan otro descentramiento y expansión, entendiendo lo individual como algo co-constituido en todos los sentidos con lo social, cultural e histórico (Glăveanu 2010, p. 84), prestando atención de manera especial a la creatividad cotidiana, repensando los aspectos productivos y procesuales, definiendo la creatividad de forma más abierta que las anteriores. El giro sociocultural ha conducido a un estallido de interés por estudiar la naturaleza social y situada de las prácticas creativas, a estudios empíricos que documentan la naturaleza distribuida y colectiva de la creatividad tal como se vive y practica en el mundo real, y a hallazgos que muestran consistentemente que la creatividad es un fenómeno situado, distribuido, colectivo y socialmente integrado (Sawyer, 2015).

Desde esa mirada, todo acto creativo es en su origen sociocultural, se inicia y se desarrolla en un espacio intersubjetivo por medio de interacciones sociales dialógicas, transformando elementos culturales simbólicos en productos nuevos y originales (Neves-Pereira, M. 2018, p. 12). La creatividad se puede describir como un proceso socio cultural psicológico complejo que, al trabajar con materiales impregnados culturalmente dentro de un espacio intersubjetivo, conduce a la generación de artefactos que son evaluados como nuevos y significativos por una o más personas o comunidades en un momento dado (Glăveanu, 2010, p. 87).

Parece que queda atrás el modelo cultural occidental sobre el genio extraordinario y aislado, la focalización en los procesos internos o en la mera influencia contextual, y se construye una visión del fenómeno creativo más compleja, que se desarrolla en la interrelación dinámica entre todo aquello que define lo humano, lo social y lo cultural. Como señala Sawyer, en realidad la creatividad en sí misma no ha cambiado de naturaleza en estos últimos tiempos, siempre ha sido distribuida, colectiva y socialmente arraigada (Sawyer, 2015, p. xiii), es la mirada lo que se ha transformado.

2.2. Permanencia de estereotipos

A pesar de la considerable distancia entre las aproximaciones iniciales y las recientes, constituyen un campo de conocimiento integrado, y comparten una cierta concordancia sobre la novedad y el valor como criterios del producto creativo. Lo que verdaderamente llama la atención, es la evolución en el estudio de la Creatividad frente a las ideas sobre ella en la realidad cotidiana de la sociedad y cultura occidental actual. Esa grieta se hace patente en las creencias que se transmiten de manera acrítica y especialmente en la cultura visual sobre la creatividad, las imágenes con las que se representa.

Si el campo de lo creativo ha estado sembrado de mitos y creencias culturales acerca del individuo creador, el proceso creativo y su resultado, cuando nos situamos en la esfera visual para observar qué y cómo se cuentan las imágenes sobre la creatividad en el mundo que nos rodea, descubrimos estereotipos, mensajes implícitos sobre quiénes son las personas creadoras y cómo son o deben ser, o qué es la creatividad y cuál es su importancia en el mundo actual… que asumen y difunden mensajes muy claros, mucho más relacionados con ideas que podríamos creer ya superadas que con posiciones actuales sobre el fenómeno creativo, y mucho más cerca de los intereses económicos o ideológicos que dirigen el mundo que con posiciones centradas en el desarrollo humano o en la inclusión y la transformación social.

3. Método

Hemos planteado un estudio exploratorio de imágenes con las que se representa y se describe el fenómeno creativo en la cultura actual, para detectar referencias visuales sobre ello bastante habituales y difundidas en la realidad cotidiana. Por utilizar un procedimiento simple y directo, hemos hecho búsquedas por palabras clave en un buscador online de imágenes; como lo que nos interesa es precisamente localizar los tipos de imágenes más presentes y utilizados, hemos hecho sencillamente las búsquedas en google imágenes y nos hemos centrado en las primeras cien de cada término clave. Las palabras utilizadas en la exploración han sido creatividad, creativo, creativa, proceso creador; en español y en inglés, aunque la diferencia de resultados ha sido mínima. Hemos obtenido una pequeña colección de imágenes frecuentemente presentes en la comunicación habitual en torno a la creatividad.

La intención, al analizar ese repertorio visual, de una forma cualitativa, ha sido detectar repeticiones, aquellos tipos de imágenes que aparecen con más frecuencia, los temas principales, y reflexionar críticamente, en buena parte desde posiciones socio culturales, sobre la consideración de la creatividad, los estereotipos que se detectan, las ideas que subyacen, los supuestos que se asumen.

Como sabemos, las imágenes dicen sin decir, transmiten mensajes complejos sin que medie una expresión verbal que permita discutir o cuestionar, y lo hacen de manera inmediata y nada neutra emocionalmente. Las imágenes son, por tanto, potentes contenedores y transmisores de mensajes en relación con el fenómeno creativo. Nos interesa ver cuáles son esos mensajes principales y si son coherentes, o al menos cercanos a posiciones actuales en el estudio de la creatividad.

En los resultados y discusión que siguen se presentan algunas imágenes que sintetizan de manera bastante elocuente los resultados visuales encontrados, a modo ejemplos de categorías. Esas imágenes no son necesariamente las obtenidas en las búsquedas, sino similares; se han elegido por ejemplificar los temas encontrados y por tener licencia de uso libre.

4. Resultados y discusión

Se han detectado varios temas principales, que tienen que ver con concepciones sobre la creatividad, el creador/a o la creación, al revisar las imágenes más frecuentes entre las que aparecen en primer lugar al buscar en torno a términos relacionados con creatividad. Algunos de los temas emergentes son el insight, el cuerpo, la identidad, la persona/grupo creadora, el producto creativo, los valores, el proceso creativo... Cada uno de ellos es representado en formas típicas muy particulares que, con variaciones, se repiten de forma muy significativa, y que resultan muy elocuentes sobre cómo es entendida y considerada la creatividad en la sociedad y cultura actual. Nos centraremos aquí exclusivamente, de forma breve, en el insight, el cuerpo, la identidad y el proceso creativo.

1.1. El insight

Figuras 1, 2 y 3. Ejemplos de imágenes en relación al insight

Fuente: 1, imagen de Tumisu, en Pixabay.com; 2, imagen de Colin Behrens, en Pixabay.com; 3, imagen de PublicDomainPictures,
en Pixabay.com

Si hay un símbolo cotidiano en la representación de la creatividad es la bombilla encendida, metáfora visual de la inspiración, la iluminación, el insight. Bombillas o alusiones a ellas, hemos encontrado en 37 de las 100 primeras imágenes para el término “Creatividad”, 41 para el término “Creativo”, 30 para “Creativa”, 43 para “Proceso creativo”. Una presencia entre el 37% y el 43% es verdaderamente llamativa, la bombilla resulta ser una imagen muy habitual asociada al fenómeno creativo. Ante tal éxito, resulta relevante preguntarse qué es lo que esta representación cuenta de la creatividad y también lo que deja en la sombra.

Probablemente el inicio de la expansión de la bombilla como metáfora visual de la creatividad y el insight se encuentre en las primeras historietas y animaciones de iconos culturales como Mickey Mouse, visibilizando la aparición repentina de una idea genial, brillante. Pero en realidad, recrea mitos antiguos sobre la inspiración: su aparición repentina y fugaz, sin esfuerzo, del interior del creador especialmente dotado… Su éxito, y el de otras metáforas próximas como el fogonazo de luz, el relámpago, la manzana que cae o la exclamación eureka, corresponde a una versión mítica de la creatividad, y se debe mucho más a la simplicidad y potencia narrativa del relato que a la realidad del fenómeno creativo repentino, brillante y fugaz, por más que los estudios sobre creatividad vayan incorporando otras direcciones y miradas mucho más complejas, realistas, relacionales, procesuales, humanas.

La bombilla que se ilumina genera también sombras. Fuera de su luz, queda oscurecido el resto del proceso creador más allá de ese instante, como si no existiera. Esa iluminación repentina resulta ajena a todo el entramado de experiencias, relaciones, conocimientos; simplemente surge, sin contexto, sin influencia y sin historia. Tampoco tiene relación con los otros, es solo una luz en/sobre la cabeza de la persona iluminada que la percibe. Lleva inmediatamente a la acción, al resultado, la solución, que es lo que cuenta. Pero muy lejos de todo ello, el fenómeno creativo no es solo producir, ni ocurre repentina y sorpresivamente, ni se desarrolla de forma aislada en el interior de una persona creadora, ni aislado del mundo y de sus consecuencias. En su relato visual sobre el fenómeno creador, la bombilla deja en la sombra precisamente todo lo importante, y se focaliza en aquello que constituye una versión de lo creativo parcial, alejada, mistificadora, desinteresada por los procesos y volcada en la producción del resultado.

Asimismo, esa luz repentina contrasta con otra realidad: gran parte de lo que podríamos considerar conductas o aportaciones creativas están a la vista, pero se quedan en la sombra, sin iluminación, sin identificar, no reconocidas como creativas, ni tampoco las personas que las realizan. La creatividad cotidiana, “creatividad en la sombra” como la denominan Kaufman y Glăveanu (2022), que no va acompañada de brillo, reconocimiento, ni suscita interés dentro de una visión estrecha de la creatividad que no identifica ni valora lo creativo en lo cotidiano, lo íntimo, en la experiencia o la vida normal de las personas no consideradas creadoras. Si la creatividad se muestra mediante representaciones visuales que reducen su sentido y lo cargan de elitismo y excepcionalidad, o lo restringe a determinadas áreas y actividades, dejará fuera esa “creatividad en la sombra”, tendrá por tanto un efecto excluyente, junto a los anteriormente señalados.

Son muy necesarias socialmente versiones que presenten y narren la creatividad en formas cada vez más ampliadas, cercanas e inclusivas. Las perspectivas recientes sobre la creatividad, de carácter social, cultural, sistémico, son inclusivas; las representaciones visuales que hemos ido encontrando, en gran medida no lo son: excluyen, oscurecen, alejan, reducen. Como señalan Kaufman y Glăveanu, rescatar y destacar la creatividad en la sombra, expandir nuestra concepción de lo que se considera creativo, no solo fortalecería el vínculo de la creatividad con la justicia social y el desarrollo psicológico, sino que ayudaría a que la creatividad se pueda convertir en una noción de la que todos puedan apropiarse (2022, p. 52).

4.2. El cuerpo

Figuras 4, 5 y 6. Ejemplos de imágenes en relación al cuerpo.

Fuente: 4, imagen de Arturas Serapinas, en Pixabay.com; 5, imagen de Freepik, en Freepik.com; 6, imagen de Mohamed Hassan, en Pixabay,com

La forma de una bombilla evoca automáticamente la de una cabeza. La representación visual más frecuente de la creatividad, en relación al cuerpo, hace precisamente de la cabeza su protagonista principal de forma muy clara. Cabezas, como elementos aislados donde suceden las cosas importantes del fenómeno creativo, aparecen en el 13% de las imágenes encontradas sobre “Proceso creativo”, 21% sobre “Creatividad”, 27% sobre “Creativo”, 24% sobre “Creativa”. Cerebros o elementos característicos del cerebro aparecen en el 22% de las imágenes encontradas sobre “Proceso creativo”, 23% sobre “Creatividad”, 16% sobre “Creativo”, 14% sobre “Creativa”. En resumen, entre un 13% y un 27% de las imágenes encontradas sobre el fenómeno creativo muestran cabezas descorporeizadas o con un protagonismo sobresaliente sobre el cuerpo, y entre un 14% y un 23% cerebros, mayor reducción aún. La figura 4, medio cuerpo masculino con traje, corbata y una bombilla por cabeza, es muy ilustrativa del papel de lo corporal en las representaciones visuales encontradas, así como la figura 3 que se mostró anteriormente, una bombilla con un cerebro en su interior.

Como se aprecia en las imágenes, el fenómeno creativo con frecuencia es narrado visualmente como algo que ocurre en el interior de la cabeza, no necesita de más cuerpo. En este tipo de imágenes encontradas, cabeza y cerebro parecen funcionar perfectamente y realizar sus procesos de ideación, reflexión, invención o creación en ausencia de cuerpo. Es como decir, sin palabras, que la creatividad tiene que ver con las ideas, lo mental, con el interior del individuo, con la parte superior del cuerpo, por encima o al margen de las emociones, los afectos, las sensaciones, las relaciones, el movimiento, la expresión… Semejante simplificación no es neutra, sino una mutilación excluyente de casi todo lo que nos hace humanos. Llama poderosamente la atención cómo es posible que se mantenga en nuestros días, tan presente y naturalizada, esta metáfora visual para referirse al fenómeno creativo; una creatividad de cuello para arriba, desconectada de lo corporal y lo material. Parece que las visiones más extendidas en la cultura visual respecto a la creatividad implican simplificar, reducir complejidad y dividir en dos partes, de las que una se presenta como la importante.

En estas narraciones visuales, la creatividad tiene lugar en la cabeza del individuo y de ahí se traslada directamente a la producción sin necesidad alguna de más cuerpo, como ejemplifica la última imagen mostrada, la cabeza/pluma que escribe. El pensamiento creativo ocupa prácticamente todo el espacio del fenómeno creador, el resto sale del escenario, no está en el estrecho círculo iluminado.

Este protagonismo excluyente de la cabeza encaja en una tradición cartesiana de pensamiento que concibe al ser humano desde la escisión mente cuerpo y el predominio de la primera sobre el segundo. Los primeros desarrollos científicos sobre la creatividad, en torno a las características de la persona creadora y al pensamiento creativo, se podrían corresponder en cierta medida con este tipo de imágenes. Pero otras orientaciones más amplias o sistémicas no pueden casar con esa forma visual de presentar la creatividad, la desbordan. Desde planteamientos más recientes sobre la cognición corporeizada, situada y extendida o distribuida (Restrepo, 2018), se entiende que la mente no funciona de manera aislada sino corporeizada; y aún más, situada en relación con el ambiente, con los materiales, herramientas y sistemas simbólicos de la cultura; expandida con todos los aportes tecnológicos que amplían, mejoran o facilitan la capacidad cognitiva, y distribuida entre quienes interactúan en el recorrido de un proceso necesariamente complejo. Frente a la mente, cerebro, cabeza o ideas aislados y autónomos, el cuerpo-mente biológico, cultural, tecnológico y social. El planteamiento del proceso creativo aislado, ubicado dentro de la cabeza, se traslada así hacia la consideración de la acción creativa y extendiendo lo psicológico al mundo social y material (Glăveanu, 2014, p. 81).

Los procesos creativos no pueden ser puramente intrapsicológicos, no existe tal cosa como el pensamiento creativo en el vacío, fuera del mundo material o social. La creatividad no puede ser una actividad solitaria, aislada, ya que siempre implica al menos la utilización de significados, sentidos, motivos, materiales, herramientas o tecnologías construidos socialmente. La creatividad siempre se desarrolla en interacción con los demás (aun cuando esta interacción sea solo a nivel de lo simbólico, de lenguaje y cultura compartida) sobre la base de los recursos y conocimientos existentes en la comunidad (Elisondo, 2016, p. 221).

Por tanto, de nuevo la traducción del fenómeno creativo a imágenes, de manera simplista, sesgada y excluyente, comunica versiones estereotipadas que tienen más que ver con tradiciones culturales o planteamientos sobre la creatividad ya superados, y que distraen o alejan de lo importante presentando un modo de concebir lo creativo que limita, simplifica, recorta, aísla, excluye.

4.3. La identidad

Figuras 7, 8 y 9. Ejemplos de imágenes en relación a la identidad

Fuente: 7, imagen de Freepik, en Freepik.com; 8. imagen de Rawpixel.com, en Freepik.com; 9, imagen de Gerd Altmann, en Pixabay. com

Una vez descubierta la importancia y conveniencia social, política y económica de promover la creatividad y desarrollar las capacidades creativas en un mundo interconectado que cambia, produce y consume aceleradamente, la etiqueta de creativo/creativa, se ha convertido en una aspiración general y en una obligación ineludible. Las imágenes encontradas aluden a la construcción de una identidad creadora, no ya como una posibilidad, sino como una necesidad, una obligación en un contexto social extremadamente competitivo y orientado al producto, a la generación de resultados.

Debes creer en ti, ser creativo o creativa; y no solo eso, debes tener confianza, trabajar, también en equipo, perseguir el éxito, fortalecer tu motivación, inteligencia y creatividad. La sociedad, en buena parte, demanda personas creativas y lanza mensajes claros sobre en qué consiste una identidad creativa. Las imágenes que lo evocan son frecuentes y muy elocuentes. Es difícil cuantificar, en la búsqueda de imágenes realizada, cuántas de ellas lanzan este tipo de mensajes, porque lo hacen explícitamente, pero también de forma sutil, a partir del tipo de personajes, ropas, actitudes, acciones, ambientes… A juzgar por las imágenes, parecería que lo creativo, como capacidad, actitud, preparación, orientación, se espera de algunas personas especialmente: de la infancia, de quienes se dedican a actividades asociadas con la creación, pero sobre todo de los profesionales, jóvenes o adultos, que aspiran a un desempeño personal y laboral de cierto nivel de éxito. Llama la atención que no aparezca prácticamente ninguna persona mayor; probablemente porque interesa la energía, el impulso, la integración en un mundo social y económicamente organizado hacia la competición y el éxito, la búsqueda permanente de lo novedoso y eficiente; lo viejo, ideas, productos o personas, no está a la vista.

Se identifica visualmente lo creativo con lo deseable y necesario, e impresiona cuando se contrasta con la evolución de la cultura occidental en cuanto a la posición ante la creatividad. Históricamente, a menudo lo relacionado con la creación ha sido visto como extraño, indeseable e incluso peligroso (Glăveanu y Kaufman, 2019, p.9). Hasta la Edad Media en Europa, solo se atribuía poder creativo a Dios, reconocerlo en una persona, habría equivalido a una declaración blasfema, peligrosa (Weiner, 2000). La carga destructiva asociada a la creación está bien presente a lo largo de la historia, y solo queda casi completamente eclipsada desde finales del s. XIX en la moderna aproximación a la creatividad, que pasa a ser positiva, benéfica, luminosa, vital (Hanson, 2015, p. 369). Actualmente, exacerbado ese carácter positivo y benéfico a pesar de importantes ejemplos de lo contrario, se considera una habilidad clave del siglo XXI para promover el bienestar de personas, organizaciones y sociedad, según encuestas a educadores, líderes empresariales y organizaciones internacionales como la OCDE y el Foro Económico Mundial (Lubart, 2018, p. 1). Se valora como autorrealización, como fluir natural libre de trabas impuestas, como actividad placentera y enriquecedora, como cualidades personales u organizacionales para el desarrollo y el éxito… El concepto y el valor positivo que se le asigna podría verse como el sello distintivo de nuestra sociedad capitalista moderna, secular, democrática (Weiner, 2000, p. 1).

La supravaloración de la creatividad no deja ver algún otro lado oscurecido. La construcción de una identidad creativa, tan deseada e incluso tan exigida, se ve también dificultada; va de la mano de la construcción paralela, en la sombra, de identidades no creativas. Por ejemplo, la intensidad de la celebración social de la creatividad como valor último probablemente exacerba la frustración que se siente cuando faltan las oportunidades correspondientes para el desarrollo o la valoración comercial, laboral o el reconocimiento social (Wiener, 2000, p.4). También, las actividades y logros creativos cotidianos de las personas a menudo pasan desapercibidos como tales, no cuentan, lo que puede suponer una pérdida potencial en la conciencia y desarrollo personal, en la salud mental, en la posibilidad de beneficiarse uno mismo y los demás del talento creativo (Richards, 2007, p. 502). Asimismo, la presión por desarrollar, alcanzar o aumentar las cualidades relacionadas con la creatividad, como clave fundamental para el éxito personal o profesional, recae también en quienes no se perciben o no son percibidos como personas creativas. La grieta entre unas y otras es producto de toda una cultura que promulga normas o perfiles dominantes y guiones sobre qué es la creatividad y cuál su importancia, qué cuenta y qué no, que tienen el efecto de incluir a algunos y marginar a otros; probablemente otro tipo de guion colaboraría a crear fácilmente un resultado diferente y más inclusivo (Ryan, 2012, p. 13).

4.4. El proceso creativo

Figuras 10, 11 y 12. Ejemplos de imágenes en relación al proceso creativo

Fuente: 10, imagen de Rawpixel, en Freepik.com; 11, imagen de Rawpixel, en Freepik.com; 12, Imagen de Gerd Altmann, en Pixabay.com

Si la definición estándar de la creatividad la considera un proceso que da como resultado un producto nuevo, aceptado como útil o satisfactorio, ese proceso se interpreta en muchos casos como una secuencia de pensamientos y acciones para la producción de un resultado, una cadena de eventos, pasos o fases que se desarrolla en el tiempo, con un comienzo y, potencialmente, un final (Lubart, 2018, p. 4). En las series de imágenes encontradas, especialmente cuando se ha buscado por el término “Proceso creador”, se observa que al menos el 48%, hace alusión directa a esa estructura secuencial, casi siempre como contenido principal de la imagen.

En tales versiones, el proceso creativo se simplifica, se reduce, adaptado convenientemente a una visión tecnologizada de la creatividad, a necesidades de sistematización y aplicación. La visión tecnológica secuencial probablemente genera una ilusión de explicación y de comprensión del proceso creativo: si fijamos las partes, su secuencia, entonces sabemos qué es, cómo funciona, cómo ponerlo en marcha y establecer procedimientos de aplicación.

Así, en la literatura científica se pueden encontrar variados modelos del proceso creativo, con diversidad de fases y denominaciones. Botella, Zenasni y Lubart (2018) recogen 18 principales, entre las principales. Por supuesto, el primero de los modelos, por cronología y por repercusión en a investigación posterior, es el de Wallas, de 1926, con sus conocidas fases de preparación, incubación, iluminación y verificación. Le siguen, entre otros, el modelo de Osborn, de 1953/1963, con las fases de orientación, preparación, análisis, incubación, ideación, síntesis y evaluación; el de Shaw, de 1989/1984, que contempla las fases de inmersión, incubación, insight, explicación, síntesis creativa y validación; el de Amabile, de 1988/1996, con las fases de presentación del problema, preparación, generación de respuestas, validación de respuestas, y resultado; el de Runco, de 1997, con la secuencia de información, incubación, insight, verificación, comunicación y validación; o el de Botella et al., de 2011, con la secuencia de preparación, concentración, incubación, ideación, insight, verificación, planificación, implementación y validación.

Desde Wallas, las sucesivas propuestas establecen estructuras secuenciales básicas, claras y sencillas, introduciendo modificaciones, subdivisiones, ajustes en denominaciones, cambios en ponderación… Junto a la definición estándar de creatividad, estas secuenciaciones, elaboradas a partir de la observación empírica y de análisis rigurosos, han servido sin duda para impulsar la investigación y las aplicaciones en torno a la creatividad, en general y en los diferentes dominios. Pero es necesario revisar críticamente la concepción de la creatividad que trasladan, lo que facilitan y lo que dificultan, lo que dejan fuera.

En la observación detenida de las imágenes encontradas sobre el proceso creativo destaca el foco en la división y compartimentalización, la organización y planificación del esfuerzo, la distribución de tareas y la orientación al resultado. La secuenciación resulta un modo de concebir el proceso creativo que simplifica el fenómeno en vez de atender a su complejidad, lo restringe a una serie de pasos ordenados, lo fragmenta separándolo de un desarrollo mucho más amplio en el tiempo, lo reduce y vacía en vez de ampliarlo al considerarlo solo en función de un resultado o su búsqueda, que es lo que le da sentido.

La secuenciación estructurada y esquemática de fases y tareas no puede ser confundida con el proceso creador como tal, necesariamente mucho más amplio y complejo, que desborda esos esquemas por todos sus ángulos. Puede ser útil para comprender mecanismos, estudiarlos y facilitar estrategias efectivas de aplicación en ciertos dominios y tareas, pero no acerca a la comprensión del proceso creador considerado desde perspectivas relacionales, socioculturales, históricas, sistémicas e inclusivas.

Como argumenta de una forma muy visual Glăveanu, durante demasiado tiempo hemos señalado la cabeza como el lugar de la creatividad, imaginando bombillas que se iluminan milagrosamente o pequeñas ruedas que se activan dentro de la mente o el cerebro; pero el cambio que se plantea ahora significaría colocar estas ruedas, no en el espacio restringido entre nuestras orejas, sino en el espacio mucho más amplio de la sociedad y la cultura, involucrando entonces no solo ideas sino también objetos, otras personas e instituciones; esa sería la esencia de un enfoque de mente extendida en relación a la creatividad, considerando esta como una forma de acción de naturaleza psicológica, social, material y cultural, una acción que lleva, potencialmente (Corazza, 2016), a resultados o procesos considerados nuevos, originales y significativos por los creadores u otras personas; por tanto, el estudio de la Creatividad en acción, del proceso creativo, debería prestar atención a cómo se distribuye lo creativo en lo psicológico y social, en lo material y cultural y en lo temporal (Glăveanu, 2018, 305-306), y debería contemplarlo de manera interrelacionada, atendiendo a la complejidad de todo el sistema, y de forma situada, atendiendo a los casos, experiencias y acciones en sus contextos reales. Todo un reto de ampliación, inclusión y complejización.

Conclusiones

Los tipos de imágenes más frecuentes y con mayor presencia en la cultura visual, en relación a la creatividad, traslucen concepciones sobre el individuo creador, la naturaleza del fenómeno creativo, el carácter esencialmente positivo de la creatividad, la necesidad y características de una identidad creadora, o las características y naturaleza del proceso creador que prolongan versiones mitificadas del fenómeno creativo o simplificadas y reducidas a determinados enfoques e intereses. Tal repertorio visual, lejos de acercar a las personas a una comprensión, incorporación y puesta en acción de lo creativo, puede alejar o excluir del fenómeno creativo como algo ajeno o distante, confundir sobre qué es, cómo se materializa y para qué es importante, o reducir su interés o sentido, relegándolo a áreas, tareas y personas específicas.

Al igual que evolucionan los desarrollos teóricos, investigativos y aplicados sobre la creatividad ampliando la mirada más allá de lo individual aislado, lo psicológico y lo productivo, parece necesario revisar críticamente también la forma en que las ideas y creencias sobre la creatividad son narradas por medio de imágenes. Es necesario revisar críticamente la cultura visual en torno a la creatividad, deconstruir sus conceptos naturalizados, estereotipados, míticos, y construir un nuevo vocabulario visual, nuevos símbolos, formas de contar verbal y visualmente la creatividad desde lo sistémico, social y cultural.

Esas perspectivas sobre la creatividad, en un mundo complejo y cambiante, son importantes y más compatibles con las áreas de conocimiento y actuación en relación a la creatividad centradas en lo humano y lo social: educación, arte, aplicaciones para el desarrollo personal y la inclusión social… Nuevas perspectivas sobre la creatividad, en ámbitos de estudio y aplicación más humanos, sociales e inclusivos, requieren nuevas palabras o reelaboraciones de su sentido, nuevas imágenes y modos de narrar. Sería importante abordar esa revisión y elaborar también un nuevo vocabulario visual sobre la creatividad.

Bibliografía

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Recibido: 30 de agosto de 2022

Aceptado: 29 de septiembre de 2022

Para citar este artículo: Romero, J. (2022). Imágenes de la creatividad. Hacia un nuevo vocabulario visual desde una perspectiva sistémica, social y cultural. Revista Creatividad y Sociedad, (37), 48-61.

Recuperado de: http://creatividadysociedad.com/wp-content/uploads/2022/12/cys-37-4.pdf